Ladrones y basura impiden el "descanso eterno" de muertos.

Santo Domingo.

El eterno descanso que nos llega con la muerte muy raras veces ha pasado por los cementerios públicos del país, y es que el robo de lápidas, la falta de seguridad, la quema de basura sobre las tumbas de cualquier muerto, y el miedo a que sepulten un cuerpo en una fosa que ya otro ocupa, son algunas de las vicisitudes que a diario se ven en estas moradas de difuntos.

Las pésimas condiciones de algunos cementerios nacionales llenan de tristeza a la familia, que en muchos casos, deben romper los féretros para que no se los roben o pagar a alguien que deambula en los predios para que les cuide las tumbas de sus parientes.

“Nos dijeron que para que los ladrones no rompieran la sepultura de mi tía, teníamos que romper la caja de muerto, porque los delincuentes tienen a la gente en zozobra sacando las cajas y dejando los muertos tirados”, narró Fleurys Ramón, quien asegura dicha experiencia lo han llevado a desear que incineren su cuerpo cuando muera.

Las necrópolis o suburbios de la muerte han pasado de ser templo sagrado de los seres queridos a refugio de delincuentes, atracos, posadero de basura y hasta una pista de aprendizaje que ha dejado muchas tumb

as muy bien tumbadas.


El joven José Luís Álvarez, quien se desempeña como sereno en el cementerio Cristo Redentor, nos contó un caso donde casi pierde la vida cuando una joven que conducía un vehículo de aprendiz chocó con uno de los mausoleos del lugar.


“Nosotros estábamos parados ahí -señaló una tumba- y que por poco nos lleva. Tenemos que andar atentos siempre porque muchas veces cruzan vehículo y uno cree que son familia de muertos, pero no, son aprendices de una escuela de manejo que funciona aquí dentro”, contó Álvarez.


El respeto por los muertos se ha perdido casi en su totalidad. En años anteriores los sepelios de realizaban bajo estricto silencio y sobriedad, hoy entierran a algunos con música a todo volumen, mucho alcohol y poco, pero muy poco respeto por el dolor de la familia.
“Esas son expresiones de cambios culturales que se dan por la influencia de otra nación. Pasa porque hay gente que no aprecia el proceso final de una persona de la misma manera que se expresa en dominicana, o por lo menos se expresaba años atrás como forma de duelo”, consideró el diputado Pelegrín Castillo.


Sin embargo, el señor Jaime Germán, quien lleva 10 años visitando el Cristo Redentor, asegura que “eso es el tigueraje, la gente seria y que se respeta no hace eso”.


“Hay mucho abandono. Aquí, si los dueños de las tumbas no la limpian, los ayuntamientos no hacen nada. Tengo muchos años visitando el ce

menterio Cristo Redentor y nunca he visto una brigada del cabildo trabajando”, agregó el doliente.



El alto precio de la muerte


Pero no crea que todos los cementerios pasan por la misma situación. Hay algunos que te llevan hasta la

misma Puerta del Cielo, siempre y cuando los parientes manifiesten su pesar económico.


“Somos un cementerio que en cuestión de funciones hacemos lo mismo que los otros. La persona com

pra un espacio y le cobramos una cuota anual para mantener las tumbas limpias, porque si lo dejamos a la responsabilidad de cada quien algunas personas vienen y otras no”, explicó Givian Carmona, gerente ejecutiva del cementerio Puerta del Cielo.


Además de limpiar las tumbas, Puerta del Cielo ofrece planes de mantenimiento especiales. Dígase que a sus fallecidos les pueden cambiar las flores dos veces por semana, traslado de un cementerio a otro, panteones familiares, tumbas normales y hasta cremación.


Pero todas estas opciones cuestan casi el triple de lo que podría costar en cementerio humilde. El entierro más sencillo en la Puerta del Cielo cuesta unos 80 mil pesos, mientras que en el Cristo Redentor no pasan los 30 mil pesos en la misma categoría.


“Las tumbas comunes no son caras, lo que cuesta mucho son de los mausoleos. Básicamente los precios van desde 30 mil hasta a 200 mil pesos, todo depende de lo que quiera la familia en luto”, explicó el joven sereno del Redentor.


Luz al final del túnel


Tal vez, dentro de tantos lamentos, exista una solución factible a estos problemas lapidarios. El diputado Pelegrín Castillo plantea una salida razonable que bien podría ser una luz en este oscuro crucigrama lucrativo.


“Hemos planteado un proyecto de resolución, que lo vamos a convertir en un proyecto de ley, para que en todos los cementerios municipales la administración esté acompañada de un patronato, integrado por representantes de distintos sectores que gestionen la higiene y el orden dentro de los mismos”, explicó el congresista.


El Ayuntamiento del Distrito Nacional alega que no es responsable de mantener las tumbas limpias, pero confiesa que una de sus principales debilidades es la falta de seguridad y el descontrol poblacional que crece de manera desproporcionada.


“Actualmente tenemos entre 12 y 15 Policía Municipales en el Cristo Redentor, sabemos que son insuficientes, pero por eso buscamos la coordinación de la Policía y las Fuerzas Armadas para que nos ayuden”, confesó José Miguel Carrión, vocero del Ayuntamiento del Distrito.


Reveló que ambas instituciones poseen terrenos en el mencionado cementerio para enterrar los oficiales y alistados que fallezcan, “por lo que a ellos le compete darnos la mano en cuanto a la vigilancia”.

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